Estudiantes de mecatrónica y robótica del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Puebla, desarrollaron un prototipo de autodefensa para mujeres, a través de una prenda de vestir que integra un sistema que se activa manualmente y emite una descarga eléctrica al ser tocada por un posible agresor.
El prototipo consiste en una chamarra con un circuito cerrado por dentro del forro, el cual tiene dos electrodos que al tocarse, después de ser activada, cierran el circuito y hacen que se produzca una descarga eléctrica al contacto y solo por la parte exterior de la prenda, lo que permite unos segundos de descontrol por parte del posible agresor, que permitirían a la usuaria solicitar auxilio o correr.
Los estudiantes Anahí Parra Quiroz, de ingeniería en mecatrónica, Giwan Park, de ingeniería en sistemas digitales y robótica, Estela Gómez, de mecatrónica, y Guadalupe Martínez, de derecho, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt aseguraron que el prototipo que realizaron no es un arma o herramienta para dañar a la gente, simplemente buscaron crear una prenda para brindar seguridad a las mujeres, pero sobre todo para poder emprender una acción inmediata en un momento de peligro.
La idea surgió en la materia de Emprendimiento, ante el reto de desarrollar una idea y después un proyecto que atendiera una necesidad en la sociedad. Fue así como buscaron un interés común y conformaron un equipo que integró conocimientos en robótica, mecatrónica y derecho, para dar sustento a su proyecto.
Anahí Parra Quiroz indicó que la idea de la chamarra surgió a partir de la realidad en que se desenvuelven, pues son frecuentes las historias de amigas o conocidas que han sido víctimas de alguna agresión. Tras investigar sobre el feminicidio y la violencia de género, surgió la idea y posteriormente se dio forma.
¿Cómo funciona la chamarra de autodefensa?
Anahí Parra Quiroz explicó que la chamarra fue una prenda que compraron para adaptarla a su sistema, colocándole un botón del lado inferior derecho, en la parte interna, el cual se activa manualmente. En su interior y dentro del forro, contiene cables que están aislados para evitar autodescargas o daños a la usuaria.
“Nosotros compramos la chamarra, no escogimos algo en específico, solamente que se viera bien para las mujeres. También escogimos que no tuviera plástico por dentro, porque podría afectar los cables, por eso elegimos que el material fuera de algodón”.
En su interior, la chamarra tiene un pequeño led que advierte que el mecanismo de autodefensa está encendido. La estudiante reconoció que la idea es mejorar el prototipo con sensores; sin embargo, el primer modelo, creado en un promedio de tres meses, no les permitió integrar esta tecnología, que no descartan a futuro para mejorar el modelo.
Giwan Park, apasionado de la robótica, contribuyó en el diseño de la chamarra instalando un transformador que emite las descargas y la regulación de voltaje para lograr un equilibrio entre el descontrol del agresor y la reacción de la víctima, sin la necesidad de incurrir en un daño considerable a la persona que toca la prenda.
“Mi contribución fue en el diseño y creación de los circuitos, es decir, la parte de la ingeniería. Estudio robótica y la generación de este tipo de mecanismos se me da. También contribuí al diseño para hacer los cálculos del voltaje y verificar si la descarga es lo suficientemente fuerte para poder aturdir a una persona”.
Giwan Park utilizó una pila de nueve volts, con un transformador para convertir la descarga en 90 volts. Es así como el agresor al tocar a la víctima, específicamente en los brazos, siente un impacto. El estudiante aclaró que la descarga afectará al posible agresor, dependiendo de la sensibilidad que tenga, es decir, si demuestra cierta tolerancia a la descarga, entonces la usuaria de la prenda tendrá unos cinco segundos para pedir ayuda o correr, pero si el sujeto no es muy tolerante, el efecto puede durar casi un minuto, un tiempo que consideraron puede servir para que se desista del ataque o la víctima pueda escapar.
Un sistema que se puede adaptar a otras prendas
Por el momento, la chamarra de autodefensa está diseñada para activarse solo en la parte de los brazos; sin embargo, los creadores aseguraron que este sistema puede ser adaptable a otras prendas como pantalones, blusas, vestidos, etcétera, y activarse las descargas en distintas zonas, dependiendo la necesidad de la usuaria.
“La idea es que no solo sea la chamarra para evitar que el posible agresor la reconozca, sino que se pueda ajustar a diferentes prendas para que pase desapercibida. En cuanto a la venta, la chamarra por ejemplo tuvo un costo de 472 pesos, pero se vendería en cerca de mil pesos, esto basado en las encuestas de hasta cuánto pagaría alguien por una chamarra de este tipo”, añadió Anahí Parra.
El peso de todo el sistema es de poco más de 400 gramos, incluyendo un pequeño transformador; no obstante, al estar distribuido en toda la prenda no se resiente. El sistema incluye también una batería recargable, pero el modelo contempla colocar repuestos integrados para recargarse al 100 por ciento en 20 minutos.
¿Es legal usar una chamarra de autodefensa?
Guadalupe Martínez es alumna de octavo semestre de derecho y se integró a este proyecto para verificar la viabilidad de la chamarra en términos legales, por lo que aseguró en entrevista que la prenda no se encuentra en el margen de armas letales y debido a que el voltaje utilizado es regulado y no llega a niveles máximos, no puede considerarse como arma.
“Es una herramienta de defensa personal. No se encuentra en el margen de armas letales. Incluso el uso de gas pimienta en Puebla ya está regulado ante el índice elevado de feminicidios, por eso la protección hacia la mujer ha ganado mucho peso. No obstante, en el caso de la chaqueta, los términos y condiciones que tenemos nos excluyen del uso que le pueda dar la persona que la adquiera”.
En abril de este año, el Congreso Local de Puebla aprobó en el pleno la despenalización del uso de gas pimienta como un instrumento de defensa personal. Esta enmienda también permite la utilización de instrumentos eléctricos o armas con electrochoques para defensa, siempre y cuando no pongan en riesgo la vida.
Para muestra, un ejemplo
En marzo de este año, Irlanda Nava, estudiante de la Universidad Iberoamericana Puebla, fue víctima de un ataque e intento de violación por parte de un desconocido después de que saliera de un gimnasio, ubicado cerca de la universidad. En su momento, la estudiante relató cómo el hombre la sorprendió, arrastrándola a un lote baldío donde trató de violarla y estrangularla.
Irlanda Nava se resistió al ataque como pudo, lo que ocasionó que su agresor la golpeara dos veces con un ladrillo, para finalmente dejarla ir. El hecho provocó indignación en la comunidad universitaria y en distintos sectores de la sociedad.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó en noviembre de 2017, que de los 46.5 millones de mujeres de 15 años y más que hay en el país, 66.1 por ciento ha enfrentado violencia de distintos tipos y de cualquier agresor, alguna vez en su vida.
El organismo federal afirma también que las mujeres de 20 a 34 años son las más expuestas a la violencia de pareja o de cualquier otro agresor, ya que 70 de cada 100 mujeres de esas edades ha enfrentado al menos un episodio de violencia o abuso. En tanto, las niñas de 15 a 17 años también registran niveles altos de violencia sexual y emocional.
Vuelve Segura
Hace dos años, estudiantes del último semestre de la Facultad de Ciencias de la Computación, también motivados por el incremento de violencia de género reportada en medios de comunicación, desarrollaron una aplicación (app) llamada Vuelve Segura que permitía a las mujeres que se encontraran en alguna situación de riesgo y usaran esta app, emitir una alerta a través de su dispositivo a centros policiacos y familiares designados, además de dar acompañamiento virtual.
La aplicación fue creada por Alfredo Reyes Montero, ahora ingeniero en tecnologías de la información, y por Fabiola Guevara Soriana, licenciada en ciencias de la computación, por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Vuelve Segura funciona tanto para iOS y Android y al descargarla solicita al usuario el nombre, teléfono y un correo. Una vez que se ingresa, solicitará contactos de confianza como pueden ser padres, hermanos, primos, etcétera, y lugares de confianza, como tu casa, trabajo o escuela, aunque este último es opcional. Cuando están configurados estos datos se obtiene una primera pantalla con tres botones.
El primero es un botón de pánico que al activarse envía un mensaje de texto a tus contactos de confianza, mandando también la dirección exacta donde está ubicada la usuaria, además del mapa de Google. Esta alerta, añadió Alfredo Reyes en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, también puede activarse si se agita el celular o también con un reloj inteligente o con otro dispositivo que se lleve en el cuerpo.
El segundo botón marca directamente al 911 para que se atienda la emergencia; y un tercer botón te da la posibilidad de activar el sonido de una sirena para que el sonido atraiga la mirada de las personas que se encuentran cercanas y además desoriente al posible agresor.
“Otra de las funciones de la app era que te permitía levantar un mapa de riesgo, a través de reportes que emitías, así otros usuarios conocían qué calles podrían ser peligrosas, o bien, más seguras y esto se representaba con un semáforo: verde es una zona segura, la rosa, donde se registraban incidentes, y la zona roja es la que se consideraba la más peligrosa o donde se tenía que poner mayor atención. De igual forma, la app te alertaba si estabas por entrar a una zona de peligro”.
Otro apartado o servicio que brinda Vuelve Segura es el acompañamiento, el cual funciona emitiendo una invitación a un contacto de confianza para que, a través de su celular y en tiempo real, observe con un recorrido virtual cómo la usuaria llega a un lugar en específico.
“Por ejemplo, yo estoy en Cholula y voy a la universidad, le puedo pedir a mi papá que me acompañe en un recorrido virtual. Entonces a mi papá le va a llegar una invitación en donde él acepta seguirme virtualmente, por lo tanto, cuando él acepta verá mi posición en tiempo real de cómo me voy moviendo. Verá que me voy por la recta y luego por la 31, etcétera. También tiene funcionalidades añadidas, por ejemplo, si paso mucho tiempo en un solo lugar, o la velocidad cambió repentinamente se emite una alerta. Una vez que llego a mi destino, se cierra el recorrido virtual y se avisa al contacto de confianza que el viaje fue seguro”.
La falta de apoyo
Desde su creación, hace dos años, Vuelve Segura dejó de ser un prototipo y se activó debido a su funcionalidad y resultados. A unos pocos meses de estar funcionando, esta appalcanzó los mil 500 usuarios; sin embargo, se mantuvo vigente solo por seis meses debido a que los entonces estudiantes que la crearon no pudieron costear el uso de un servidor que tuviera la capacidad para la demanda que estaban teniendo, ya que insistieron en que la app fuera gratuita, pues la consideraron una contribución de su parte a la sociedad, dejando de lado el modelo de negocio.
“Se empezó con un servidor muy básico, de unos 300 pesos, pero al tener gran demanda ya no respondió y entonces contratamos uno más costoso, eso representó un gasto que absorbíamos como estudiantes y fue difícil seguir porque a los usuarios no se les cobraba nada. Buscamos apoyos con instancias gubernamentales y otras instituciones, pero al final no se concretó nada, solo colaboraciones con el Consejo Ciudadano de Puebla, ellos nos proveían de información y alimentábamos conjuntamente el mapa de alerta”.
Alfredo Reyes, quien al igual que su compañera Fabiola ya trabajan en diferentes compañías de su área en Guadalajara, no descartan retomar el proyecto de Vuelve Segura, ahora con recursos propios y enfocando un modelo de negocio.
Fuente: CONACYT.
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