Vio la luz por primera vez en 1982 en la ciudad de Guadalajara en el estado de Jalisco, y desde pequeño ya tenía la convicción de ser un inventor. La vida del doctor Juan Pablo Esquivel se describe objetiva desde sus inicios.
Se considera como un apasionado por la investigación y en medio de los pasillos y aulas del Instituto de Microelectrónica de Barcelona, IMB-CNM (CSIC) materializa sus sueños de crear innovaciones con un fin práctico para la sociedad.
Actualmente, el especialista es científico titular en el instituto y es pionero en el desarrollo de una línea de investigación enfocada en la creación de dispositivos a base de materiales biodegradables.
Juan Pablo Esquivel, un mexicano que materializa sus sueños, triunfa en el extranjero y pone en alto el nombre de México. Además, dedica el éxito alcanzado a todos aquellos que lo han apoyado y reconoce que el esfuerzo no es individual.
Sus primeros pasos
El especialista es originario de Guadalajara y desde pequeño siempre quiso ser ingeniero. No es descendiente de familia con antecedentes orientados a la ciencia, pero lo más cercano que pudo estar de ello es la enseñanza que su padre —dedicado a la ingeniería en electrónica— le inculcó.
“Lo más cercano de tener un familiar científico es mi padre, como tal no tengo familiares dedicados a la ciencia, pero mi padre como ingeniero en electrónica trabajó toda su vida en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), así que conozco de la disciplina y manera de trabajar de un ingeniero”, recordó.
El doctor Esquivel señaló que gustaba de concebir y crear cosas, sus piezas de Lego fueron las primeras herramientas de invención y sus favoritas, las cuales le ayudaron a definir su vocación por la ingeniería en mecatrónica y, por ende, al mundo de la investigación.
Cuenta sobre el apoyo incondicional de su familia y dedicó su concentración y energía a estudiar ingeniería en mecatrónica en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) ,campus Monterrey.
De México para el mundo
Ya como alumno oficial del Tec de Monterrey, se fue de intercambio internacional a la Universidad Politécnica de Helsinki, en Finlandia, donde tuvo su primer contacto con la tecnología de microsistemas y nanofabricación.
“Me gustó tanto este acercamiento que al volver a México organicé dos simposios internacionales sobre el tema y decidí que quería especializarme en ello. Por eso, al terminar mi carrera en 2005 llegué a Barcelona a hacer la maestría y doctorado en micro y nanoelectrónica en la Universidad Autónoma de Barcelona”.
La realización de su proyecto de investigación fue en el Instituto de Microelectrónica de Barcelona, uno de los laboratorios con instalaciones de cuarto limpio más grandes del sur de Europa, donde le fue concedida una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para estudios de posgrado en el extranjero.
El objetivo de su tesis doctoral fue el desarrollo de microceldas de combustible y su integración en plataformas microfluídicas, trabajo que le permitió realizar un par de estancias en el instituto Helmholtz-Zentrum Berlin, en Alemania.
Éxito y renombre
“Los resultados de mi trabajo predoctoral dieron lugar a numerosas patentes y artículos científicos, incluyendo la portada de la revista Lab on a Chip”.
En su búsqueda por una preparación completa, continuó como investigador posdoctoral en el IMB-CNM y realizó una estancia en el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica (Cideteq) con el apoyo de una Beca Santander para Jóvenes Investigadores.
Sus esfuerzos por especializarse y tener un amplio conocimiento en el área que le apasiona fueron galardonados a través de la distinción del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), al incluirlo en su planilla como investigador nivel I en el extranjero, nombramiento que mantiene a la fecha.
“Uno de mis mayores objetivos personales es conseguir que los resultados de mi investigación salgan del laboratorio y beneficien a la sociedad”, comentó.
Además, en 2012 recibió el reconocimiento TR35 México otorgado por el MIT Technology Review como uno de los diez mexicanos menores de 35 años más innovadores del año por el impacto de sus investigaciones; y recientemente el trabajo basado en el desarrollo de baterías biodegradables lo hizo merecedor del Premi Catalunya d’Ecodisseny(Premio Cataluña de Ecodiseño) al tratarse de un proyecto innovador y ecológicamente sustentable.
Los reconocimientos por publicaciones internacionalmente reconocidas no se hicieron esperar, como el trabajo hecho con las baterías biodegradables y el que científicamente es conocido como la primera celda de combustible microfluídica hecha en papel, resaltado por la editorial de la revista Science y otros medios de comunicación.
El porvenir y más sueños por cumplir
Actualmente, Juan Pablo Esquivel es científico titular en el IMB-CNM (CSIC) y codirige un pequeño grupo de investigación dedicado al desarrollo de dispositivos autoalimentados, Self-Powered Engineered Devices Group (SPEED).
Por otro lado y con la intención de acercar al mercado las tecnologías desarrolladas, fundó la empresa spin-offFuelium de la mano de otros socios del sector científico y empresarial, la cual comercializa las baterías biodegradables hechas a base de papel y que funcionan en dispositivos electrónicos de un solo uso.
El especialista mencionó que desde su salida de México para iniciar el doctorado, ha intentado fomentar vínculos de colaboración con instituciones mexicanas para aprovechar las capacidades e infraestructura que tiene a su alcance.
“Es subjetivo considerarme una persona exitosa, pero sí me siento muy afortunado por tener estas oportunidades, no puedo decir que he cumplido todos mis objetivos y que ya he llegado a la meta, sigo avanzando siempre”.
Se siente orgulloso de ser un mexicano que ha tenido buenos resultados en el extranjero, y la filosofía que lo ha llevado lejos ha sido simplemente disfrutar lo que realiza y tener claros los objetivos en la vida.
No todo es ciencia y aunque esta es su prioridad, también disfruta de la actividad física en general, como la natación o el baile, solo para cambiar un poco la rutina; sin embargo, de tener la oportunidad de elegir entre una profesión diferente y su profesión actual, siempre elegiría ser investigador.
“Estoy muy contento con lo que hago, no me veo haciendo otra cosa, y a las nuevas generaciones aconsejaría que elijan siempre lo que les gusta hacer y puedan pasarla bien, que disfruten los retos en sus momentos buenos y malos, ya que siempre es una motivación para cumplir sus sueños”.
Fuente: CONACYT.
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