La población migrante oaxaqueña asentada en la península de Baja California y California se distingue por su amplia capacidad de organización y participación política.
Esta cualidad se ve reflejada en la integración de organizaciones que tienen como esencia el impulso de demandas que se sitúan en el campo de lo laboral, otras relacionadas con la vivienda y el acceso a servicios en sus colonias y otras que promueven el rescate de sus prácticas culturales.
Los migrantes oaxaqueños pasaron de ser una fuerza laboral temporal en Baja California, a trabajadores permanentes que, bajo particulares procesos de migración, se asentaron en la región y utilizan sus estructuras tradicionales de organización para canalizar la demanda de sus derechos como residentes pero también para perpetuar su cultura en sus nuevos lugares de residencia.
La doctora Laura Velasco Ortiz, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), desarrolla desde la década de 1980 estudios sobre migrantes indígenas oaxaqueños, especialmente mixtecos y zapotecos.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, comentó que la población migrante indígena oaxaqueña “tiene un patrón muy particular, que es una capacidad sobresaliente de reorganizarse en términos de la vida familiar y comunitaria”, en relación a otros migrantes de origen indígena.
“Eso habla de la vida comunitaria y participativa tan intensa de las comunidades indígenas oaxaqueñas y que se traduce en capital social y cultural una vez como migrantes en México y en Estados Unidos”.
En el libro De jornaleros a colonos: residencia, trabajo e identidad en el valle de San Quintín, publicado en 2014 y del cual la doctora Laura Velasco es coautora, los investigadores atribuyen la activación de la capacidad organizativa frente al débil papel del Estado en la solución de demandas laborales y residenciales.
“Tal debilidad en la intervención estatal, incentiva el surgimiento de formas de movilización social amplias, como las que hemos observado en los últimos cinco años en la región de San Quintín”.
Trabajadores agrícolas
Mejorar las condiciones laborales de los jornaleros agrícolas es una de las líneas emblemáticas de las organizaciones de migrantes oaxaqueños de la región, lo que, a su vez, ha sido fuente de organización y de “la formación de una conciencia étnica de clase”, comenta la doctora Laura Velasco.
En su experiencia como investigadora en el valle de San Quintín, localizado al sur del municipio de Ensenada, Baja California, tuvo la oportunidad de documentar las dinámicas de vida de los migrantes oaxaqueños asociadas al trabajo agrícola.
“Qué procesos acompañan el asentamiento de estos trabajadores y cómo surge una nueva comunidad de trabajadores agrícolas y sus familias en nuevas regiones donde se han asentado. En el nuevo escenario internacional, estas poblaciones encuentran mayor dificultad de cruzar a Estados Unidos, por lo que cobra mayor importancia los procesos de asentamientos urbano fronterizo y agrícola a lo largo de la península”.
La investigadora de El Colef señala que en San Quintín, donde predomina la migración sobre la de otros pueblos indígenas, la migración se transformó de temporal a permanente debido a los cambios tecnológicos en la agricultura de exportación, que permitió el abasto de hortalizas a lo largo del año en el mercado de consumo extranjero.
“Ante tal cambio tecnológico, el proceso de asentamiento se convirtió en el poblamiento masivo de la región, en gran medida alentado por estos cambios en la producción. Como había posibilidad de hacer trabajo todo el año gracias a los cambios tecnológicos, entonces no era necesario regresar a los lugares de origen sino que fue posible establecerse y tener trabajo todo el año, circulando entre diferentes cultivos”.
Organizaciones, una ventana
Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) correspondientes al año 2005 señalan que Baja California recibe a ocho de cada 100 oaxaqueños migrantes que dejan su entidad para radicar en otra entidad mexicana, y los investigadores detectan la violencia y la búsqueda de empleo entre los principales factores que explican la migración desde Oaxaca.
Estadísticas del mismo instituto indican que hasta 2010, de cada 100 migrantes internacionales del estado de Oaxaca, 98 se fueron a Estados Unidos.
El doctor Luis Escala Rabadán, investigador del Departamento de Estudios Culturales de El Colef, apunta que aunado a la atracción de fuerza laboral para nichos como la agricultura y los servicios, las mismas industrias de México y Estados Unidos comenzaron a enviar reclutadores a los pueblos de Oaxaca en busca de trabajadores.
“Esto con el paso del tiempo fue cimbrando estas cadenas migratorias y para el caso de Estados Unidos, se fueron esparciendo sobre todo en la costa Oeste; ciertamente vamos a encontrar oaxaqueños en todo Estados Unidos pero las mayores concentraciones están en la costa Oeste, que sería California, Oregón y Washington, toda esta costa Oeste tiene grandes concentraciones y el desarrollo paulatino de comunidades migrantes oaxaqueñas, algunas de ellas muy organizadas”.
Para el doctor Luis Escala, observar las comunidades oaxaqueñas a partir de sus organizaciones, les ofrece como científicos sociales una ventana para asomarse a las dinámicas de sus procesos migratorios.
Precisó que estos flujos migratorios se dan, en gran medida, gracias a la existencia de redes sociales, basadas en el parentesco, la amistad, la pertenencia étnica y el paisanaje.
“La formación de asociaciones, sean pequeñas, sean medianas, nos habla de la iniciativa que pueden tener los mismos migrantes para poder hacer algo de manera colectiva por sus comunidades de origen pero también por sus comunidades en los lugares de destino”.
La migración en la era de Trump
¿Los migrantes oaxaqueños perciben en la actualidad a Estados Unidos como una opción de destino para mejorar sus condiciones de vida? Desde la perspectiva del doctor Luis Escala, la política antiinmigrante de la administración estadounidense liderada por Donald Trump representa un inhibidor para los migrantes de Oaxaca y, en general, de México.
“No es nada más que haya mayores controles en la frontera, sino también hay otras medidas, por ejemplo, el factor criminalización de la migración se ha convertido en un gran factor disuasivo, saber que no es nada más llegar a la frontera y cruzarla, que de por sí tiene un alto grado de dificultad, sino saber que si uno es atrapado más de una vez, uno se vuelve sujeto de ser criminalizado, de ir a la cárcel en Estados Unidos y posteriormente ser deportado”.
No obstante, la doctora Laura Velasco considera que a pesar del discurso racista del presidente de Estados Unidos, tuvo un efecto positivo al incrementar la visibilidad internacional del fenómeno fronterizo, lo que ha derivado en un mayor acceso a fondos por parte de las organizaciones dedicadas a la protección de los migrantes y sus derechos.
“Ha tenido ese doble efecto, aumentar el racismo pero también para las organizaciones ha significado una visibilidad mayor y la posibilidad de acceder a fondos internacionales de muchísimas organizaciones que son pro migrantes en el mundo entero”, concluyó.
Fuente: CONACYT.
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