En 2018, arrancó el Nodo Binacional de Innovación del Sureste (Nobi Sureste), con el propósito de aprovechar las características particulares del ecosistema de innovación de la península de Yucatán, donde actualmente no opera ninguno de los otros Nobi de México.
El programa de Nodos Binacionales de Innovación fue creado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para estimular la generación y transferencia de tecnologías de las instituciones de investigación y educación superior de México, a través de la formación de capacidades en investigadores y estudiantes para el diseño de proyectos con una visión orientada al mercado.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, Manuel Robert Díaz, investigador del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY) y coordinador del Nobi Sureste, describió que el primer paso para la constitución del programa en esta región fue desarrollar la convocatoria para la Cohorte 2018, que busca que los grupos de investigación tomen conciencia de que su trabajo puede ser innovador, útil y aplicado.
“Muchos de los proyectos de investigación que se realizan en los centros de investigación de la región son proyectos básicos, generan conocimiento, se publican papers para el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y ahí termina todo. La idea es que si tú tienes algo importante que puede ser útil, puedes convertirlo en algo útil”, describió.
Tras el lanzamiento de la convocatoria, se seleccionaron 24 equipos de trabajo provenientes de los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán para consolidar una estructura interinstitucional de acuerdo con la metodología del programa I-Corps Innovation.
Oferta tecnológica versus demanda del mercado
De acuerdo con Manuel Robert, generar un proyecto, pensando desde su inicio en su aplicación, es muy diferente que diseñar un proyecto para crear conocimiento únicamente. “Hay que tomar en cuenta qué aspectos deben ser protegidos intelectualmente, qué aspectos deben ser ligados desde un principio a objetivos empresariales”.
Para el investigador, la transferencia de tecnología en el mundo se genera con base en un mecanismo fundamental conocido como demanda del mercado, en donde las empresas, servicios o productos presentan un problema real que requieren solucionar, y para lo cual los investigadores dirigen sus esfuerzos.
“En México y en muchas otras partes del mundo, se ha operado de manera insuficiente, el investigador tiene una idea genial, va y le dice al productor ‘mira, tengo esto para ti, necesito tres millones de pesos’, y el productor o el industrial le dice ‘no me interesa en absoluto’. Ese es el gran problema del establecimiento de la vinculación academia-empresa en México, los investigadores ofrecemos tecnología (technology push) versus la demanda del mercado (market pull)”, expresó.
Para Manuel Robert, la demanda del mercado es la fuerza que mueve toda la dinámica de los procesos porque está basada en las necesidades de quien tiene los recursos económicos para comercializar y tener un impacto sobre la sociedad.
“Este programa pretende romper esa barrera desde el principio, que el investigador analice su idea brillante con el entorno en donde puede tener un impacto y, en dado caso, la reestructure, redirija o inclusive que desde un principio empiece a trabajarla con la visión, la asesoría o la participación de una contraparte comercial, todas las posibilidades se pueden dar aquí, lo importante es que la idea genial del investigador se enmarque en el cajón de la realidad”.
I-Corps, descubriendo al cliente potencial
Durante la Cohorte 2018, los participantes aprendieron la metodología del programa I-Corps, que consiste en la capacitación de múltiples equipos interdisciplinarios en materia de comercialización de tecnologías.
La metodología está centrada en el “Descubrimiento del cliente” (customer discovery) y cada equipo debe realizar al menos 100 entrevistas con clientes potenciales para entender mejor las necesidades del mercado. Aunque se ha utilizado en Estados Unidos desde hace algunos años, el ejercicio de la Cohorte 2018 se implementó por primera vez en el sureste de México.
“Lo más importante es el objetivo, que es ayudar a vincular dando a los proyectos tecnológicos una visión de aplicación y de innovación desde el principio, ¿cuáles pueden ser los productos de todo eso? Nuevas empresas, patentes licenciadas a compañías, transferencia de tecnología, asociaciones academia-empresa con financiamiento para continuar el desarrollo de proyectos más grandes (…) Son muchos, todo dependerá de cada equipo, de cada temática y de cada entorno en el cual se desempeñe”, resaltó Manuel Robert.
El programa tiene una duración de siete semanas y se compone de una sesión de lanzamiento de forma presencial con una duración de tres días de tiempo completo; cinco semanas de sesiones a distancia, con una duración aproximada de una hora y media una vez por semana; la realización de entrevistas, y una sesión de clausura de forma presencial, con duración de dos días durante tiempo completo.
Al término de las sesiones, se busca que los equipos hayan adquirido las habilidades y conocimientos necesarios para comercializar las tecnologías que hayan desarrollado en el pasado y puedan dirigir sus próximas investigaciones científicas hacia un mercado específico. “La metodología de I-Corps está diseñada para que los grupos de investigación aprendan cómo acercarse a los sectores productivos”, indicó Manuel Robert.
Tríada de investigador, estudiante y mentor
El programa I-Corps establece que los equipos se conforman por un investigador responsable, un estudiante de posgrado que funge como el promotor de la tecnología y un mentor de negocios que se encarga de vincular el proyecto con el sector comercial.
“El investigador es el que ha generado las ideas, el papá del proyecto. El estudiante conoce la metodología, la tecnología, los resultados. Son dos científicos que trabajan con un objetivo común”, resaltó.
Los estudiantes de posgrado cumplen un papel fundamental en los equipos, ya que son quienes deben hacer una gran parte del trabajo. En el CICY, incluso se otorga un crédito de maestría a los estudiantes que participan en la Cohorte. “Llevar la cohorte es como llevar un curso de posgrado en el CICY, se le dan los créditos suficientes porque es una cantidad importante de trabajo”.
Este equipo tiene, desde su conformación, una visión de innovación, pero es durante la cohorte cuando se sientan las bases como su desarrollo. “Ahí aprenden cómo manejarse, cómo actuar, cómo entrevistar, cómo cuestionar, cómo promover ciertas ideas para que hagan el trabajo. Los equipos van a entrevistarse con industriales, productores, instituciones, en fin, que ellos decidirán e irán formando una figura del campo tecnológico en el que están involucrados”.
Comprendiendo el ecosistema del sureste
Para Manuel Robert, cada estado y cada área de conocimiento tienen características diferentes, por lo que en cada uno de los Nobi se presenta una situación particular. “La parte más importante a la que nos hemos dedicado en el grupo de Nobi Sureste es a tratar de entender eso y a diseñar las estrategias más claras para adecuar los proyectos a nuestro entorno”.
El éxito de los proyectos todavía depende de muchos factores a los que los equipos se irán enfrentando durante su desarrollo. “¿Qué requiere esto? Mucho trabajo, mucho seguimiento, mucha supervisión, pero eso está todo bien establecido. Si me preguntas mi opinión, yo diría que hemos tenido hasta este momento una situación verdaderamente exitosa, vamos avanzando muy bien, pero los resultados dependen de otras cosas”.
Para el investigador, si cuatro de los 24 equipos participando resultan exitosos, el proceso global sería un éxito. En su primera etapa, se estima que debe dejar un aprendizaje y debe generar un interés tanto en el sector académico como en el productivo.
“Yo creo que esto eventualmente debe no solamente cambiarle el chip a los investigadores sino también a los industriales, empresarios, productores, que vean nuevas oportunidades, tienen que dedicarle tiempo, pero va a beneficiarlos con una nueva metodología y con una nueva visión del campo tecnológico”.
Experiencia exitosa de los equipos de investigación
Durante la inauguración de la Cohorte 2018, el doctor Armando Shimada Miyasaka, destacado investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), describió que el proceso de investigación involucra lo que se conoce como aproximaciones sucesivas, es decir, la realización de un experimento y, de acuerdo con los resultados, la realización de un segundo experimento, y así sucesivamente. “El proceso de hacer llegar los resultados de nuestra investigación al usuario final también es de aproximaciones sucesivas”.
En los últimos años, el investigador tuvo la inquietud acerca de quién iba a dar uso a los resultados de sus investigaciones, por lo que emprendió varios intentos por generar un intercambio entre investigadores y empresarios, sin obtener éxito. “Faltaba una pieza en el rompecabezas para hacer llegar la información, y en ese momento nos encontramos el Nobi, o más bien el Nobi nos encontró a nosotros, y como resultado de este ejercicio del Nobi se creó una empresa se llama Nutriomica”.
Siguiendo la metodología I-Corps como parte del Nobi Bajío, Nutriomica se constituyó como una empresa dedicada a la creación de aditivos zootécnicos nanoparticularizados para animales que optimizan la producción, salud y la economía pecuaria. “En este país consumimos anualmente mil 250 billones de pollos, con mucho, es la carne que más come el mexicano y no tiene hormonas”.
Para el investigador, el Nobi ayuda a determinar la congruencia y la pertinencia productiva, económica y sanitaria, entre otros aspectos, de los proyectos de investigación, “es decir, detectamos si existe alguien que esté interesado en adquirir, licenciar o lo que sea, la tecnología que estamos produciendo”.
Durante su participación en los Nobi, el investigador realizó junto con su equipo de trabajo 103 entrevistas, de las cuales casi 75 por ciento fue presencial y el resto por videoconferencia, cubriendo 22 entidades federativas. Realizó también entrevistas a personas de siete segmentos de posibles usuarios, llegando a la conclusión de que sus usuarios eran los productores.
“Tuvimos que entrevistar a muchísima gente, pero ellos producen como 60 o 70 por ciento de pollos, entonces es el usuario al que tenemos que llegar si queremos que se use nuestra tecnología”.
Fuente: CONACYT.
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