La agricultura de temporal es una actividad vulnerable a los efectos del cambio climático, ya que depende directamente de las condiciones meteorológicas, de ahí la necesidad de medir la vulnerabilidad agrícola en la región Tierra Caliente, Michoacán.
La doctora Alba María Ortega Gómez, posdoctoranda en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), campus Morelia, ha desarrollado en los últimos años índices de vulnerabilidad socioeconómica y agrícola ante los efectos del cambio climático, aplicando metodologías que consideran variables climáticas, sociales y económicas.
Su zona de estudio es la región Tierra Caliente del estado de Michoacán (RTC), conformada por los municipios de Carácuaro, Huetamo, Nocupétaro, Madero, Tacámbaro, San Lucas y Turicato.
La superficie de la región Tierra Caliente es de siete mil 341.3 km2 y representa 12.5 por ciento de Michoacán. Presenta una orografía accidentada, tiene valles y llanos que le permiten contar con suelos aptos para actividades agropecuarias. El uso de suelo en la región es predominantemente agrícola (20.1 por ciento de la superficie), seguido de la superficie de selva baja caducifolia (15.6 por ciento), pastizales (15.1 por ciento) y bosque de pino, encino y mixto (13.2 por ciento). La superficie destinada a la agricultura en la región es de 147 mil hectáreas, 18.3 por ciento cuenta con riego, 45 están fertilizadas, 29 por ciento aplica semilla mejorada, 14 por ciento recibe asistencia técnica y 32 por ciento cuenta con mecanización, según datos del Censo Agrícola, Ganadero y Forestal (2007).
Cambio climático en la región Tierra Caliente
De acuerdo con la definición del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), el cambio climático hace referencia al cambio en el clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables. Ortega Gómez señala que uno de los efectos más graves que tiene este fenómeno se da en los sistemas agrícolas, debido a que de ellos depende 47 por ciento de la población del mundo para subsistir.
De las tierras agrícolas, 18 por ciento depende de los sistemas de riego, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), por los que se produce cerca de la mitad de los cereales del mundo. Además, cerca de 80 por ciento de las tierras agrícolas depende de la precipitación. Por lo que, afirma, los cambios en los patrones de temperatura y precipitación impactan directamente en la cantidad y calidad de las cosechas.
«El cambio climático se estima que tendrá efectos en la economía global; en el mejor de los escenarios, la economía del cambio climático plantea una pérdida equivalente a cuatro por ciento del PIB mundial», señala el doctor Carlos Francisco Ortiz Paniagua, que lidera este proyecto de investigación.
Con sus estudios, generaron un modelo de costos económicos que les permitió estimar y proyectar las pérdidas económicas para la producción agrícola de temporal al año 2025, focalizando su investigación en la región Tierra Caliente.
«Los resultados proyectaron una pérdida atribuible al cambio climático de 530 millones de pesos para los próximos 10 años. Huetamo es el municipio con mayores pérdidas económicas proyectadas, mientras que Madero y Tacámbaro son los que presentarán mayor incremento en la temperatura de acuerdo con los resultados de los escenarios de cambio climático», afirma Ortega Gómez.
Pero los costos no son solo económicos, menciona que también genera amenazas sociales que no se pueden evadir. Alude que se ha encontrado que el cambio climático puede incrementar la pobreza al disminuir la producción de granos básicos, entre otros.
Medir la vulnerabilidad
La vulnerabilidad es el conjunto de condiciones físicas, sociales y económicas que inciden en la posibilidad de afectación de las personas, de un sistema social o natural, debido a la ocurrencia de fenómenos naturales, y que están en relación con su exposición, sensibilidad y capacidad adaptativa, elementos que en su conjunto determinan el grado de vulnerabilidad de la población y de los ecosistemas.
La investigadora precisó que primero fue necesario detectar la señal del cambio climático, para lo cual utilizó el software Clic-MD basado en un sistema de análisis de datos climáticos ampliamente utilizado para el monitoreo regional y local del cambio climático, desarrollado por Bautista y colaboradores en el CIGA UNAM. Los resultados mostraron un incremento de las temperaturas máximas y una disminución de las mínimas, lo cual significa que está aumentando la amplitud térmica (la diferencia entre una y otra).
Posteriormente, utilizaron la metodología de la economía del cambio climático desarrollada por el IPCC para generar proyecciones sobre lo que pasaría si la temperatura aumentara un número determinado de grados y los efectos que tendría en la producción agrícola de temporal.
«La razón es que existe una relación directa entre el aumento de temperatura y el rendimiento agrícola. Por ejemplo, está el caso del maíz de temporal, por cada grado de aumento en la temperatura, el rendimiento disminuye cinco por ciento».
Para la primera variable se diseñó un índice de vulnerabilidad económico agrícola, donde emplearon 21 indicadores. Determinaron que el cambio climático regional es la principal amenaza y lo verificaron mediante el análisis de temperatura y precipitación bajo escenarios de cambio climático, donde estudiaron más de 20 estaciones meteorológicas.
«Los resultados mostraron el riesgo económico agrícola para los municipios al interior de la región y que esta experimentará incrementos en la temperatura máxima de 0.4 ºC a 3.1 ºC y en las temperaturas mínimas de 0.4 ºC a 2.4 ºC. La precipitación muestra indicios de una reducción en los periodos revisados, por lo que se espera una tendencia a la reducción de entre 10 por ciento y 20 por ciento, lo que verifica la señal del cambio climático en la región», afirma el doctor Ortiz Paniagua.
Ortega Gómez elaboró escenarios de cambio climático regionales, utilizando el generador estocástico de clima LARS-WG v. 5.0 desarrollado por Semenov y Stratonovitch. LARS-WG le permitió generar series de datos diarios de temperatura y precipitación para los horizontes de tiempo 2025, 2050 y 2075, bajo los escenarios A2 y A1B desarrollados por el IPCC con base en las tendencias de las emisiones futuras de gases de efecto invernadero (GEI).
En 2014, el IPCC señaló que de las regiones más propensas a sufrir alteraciones climáticas (aumentos de temperatura y disminución de la precipitación), en el caso del trópico seco mexicano sería la zona de Tierra Caliente en Michoacán y Guerrero.
«Durante el periodo de 2003 a 2015, la agricultura de temporal regional ha sufrido una pérdida por siniestralidad equivalente a 21 por ciento del valor total de la producción, como producto de sequías y lluvias intensas principalmente», menciona la doctora citando como fuente datos del SIAP-Sagarpa.
Además de su trabajo de investigación, Ortega Gómez forma parte del selecto grupo de activistas de la organización The Climate Reality Project, fundada en 2005 por Al Gore, exvicepresidente de los Estados Unidos. The Climate Reality Project es una organización sin fines de lucro dedicada a dar a conocer la crisis climática a través de la capacitación de jóvenes interesados en crear conciencia e incidir en la ciudadanía sobre la crisis climática que vivimos actualmente, a través de acciones de liderazgo.
Ortega Gómez afirma que, dadas las condiciones de variabilidad y cambio climático, el desafío mundial consiste en diseñar e implementar políticas públicas y estrategias de prevención y adaptación ante los efectos del cambio climático de manera que se reduzcan las pérdidas económicas y productivas, del patrimonio y externalidades; y a escala local, para el caso específico de los agricultores, será necesario que se implementen modelos de agricultura sustentable adaptada a las condiciones cambiantes del clima.
Fuente: CONACYT.
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