Un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Lund (Suecia) y la Universidad de Eötvös Loránd (Hungría) ha descubierto que la nariz de los perros no solo es hasta 100 millones de veces más sensible que la de los humanos, sino que también es capaz de detectar radiaciones térmicas débiles.
Este tipo de radiaciones pueden ser, según han señalado los científicos, el propio calor corporal de las presas. Por lo tanto, los canes podrían detectar la fiebre en las personas que es, precisamente, uno de los síntomas del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) que causa la enfermedad COVID-19 y que es origen de la actual crisis sanitaria mundial.
Este hallazgo podría explicar, apuntan los investigadores, cómo los perros con discapacidad visual, auditiva u olfativa pueden detectar a sus presas y cazarlas con éxito.
Los rinarios de los perros
Algunos mamíferos tienen la piel desnuda y lisa en la punta de la nariz, alrededor de las fosas nasales, un área llamada rinario. Pero los rinarios de los perros son húmedos, más fríos que la temperatura ambiente y están dotados de nervios, lo que en un primer momento llevó a los investigadores a suponer que tenían la capacidad de detectar no solo el olor, sino también calor.
Para comprobarlo, los científicos participantes en el estudio entrenaron a 3 perros para elegir entre un objeto cálido (31°C) y un objeto a temperatura ambiente, cada uno ubicado a 1,6 metros de distancia. Los perros no pudieron ver ni oler la diferencia entre estos objetos.
Después del entrenamiento, los perros fueron evaluados en su habilidad en experimentos doble ciego, y los tres detectaron con éxito los objetos que emiten radiación térmica débil, según los hallazgos científicos publicados en la revista ‘Scientific Reports’.
Escáner cerebral
A continuación, los investigadores escanearon los cerebros de 13 perros domésticos de varias razas en un escáner funcional de resonancia magnética mientras presentaban a los perros con objetos que emitían radiación térmica, neutral o débil.
Con esto, descubrieron que la corteza somatosensorial izquierda en el cerebro de los perros, que facilita información desde la nariz, fue más sensible al estímulo térmico cálido que al neutro.
Ambos experimentos muestran que los perros, como los murciélagos vampiros, pueden sentir puntos calientes débiles y que una región específica de sus cerebros se activa por esta radiación infrarroja, han explicado los científicos.
Asimismo, los investigadores sospechan que los perros heredaron la habilidad de su antepasado, el lobo gris, que puede olfatear cuerpos calientes durante sus cacerías.
Fuente: Agencia iD.
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