Saltarse la evolución natural de la naturaleza y mejorar la especie humana a golpe de tecnología es uno de los sueños más recurrentes en cierto espectro del mundo científico. La inyección de chips NFC subcutáneos o implantes electrónicos de todo tipo para remediar problemas de salud están ya a la orden del día. Pero todavía se puede ir mucho más allá.
La transhumanización, como se denomina a esta corriente filosófica y científica, lleva varias décadas trabajando en la misma dirección y poco a poco estos esfuerzos van tornándose en resultados positivos. Disyuntivas y discusiones morales aparte, una de las barreras que se les planteaban a los científicos es qué material emplear. El tejido vivo no se lleva bien algunos compuestos y menos todavía cuando hablamos de implantes cerebrales.
La última revolución en este campo acaba de salir a la luz en la exposición virtual American Chemical Society correspondiente a la edición de otoño de 2020. Científicos han estado investigando y probando un polímero que permita interconectar el tejido humano con la tecnología.
El polímero ‘humano’
“Tuvimos la idea de este proyecto porque estábamos tratando de interconectar microelectrodos orgánicos rígido con el cerebro, pero los cerebros están hechos de materiales orgánicos, salados y vivos”, ha declarado el David Matin, profesor de materiales de la Universidad de Delaware y director del proyecto. Comprobaron que la conexión no funcionaba como se esperaba, así que intentaron dar una vuelta de tuerca al proyecto en busca de una mejor forma de llevarlo a cabo.
“Comenzamos a buscar materiales electrónicos orgánicos como los polímeros conjugados que se usan en dispositivos no biológicos. Encontramos un ejemplo químicamente estable que se vendió como recubrimiento antiestático para pantallas electrónicas”.
Pedot, como se denomina el polímero posee las propiedad físicas y químicas perfectas para integrarse con el tejido humano. Esto es, conectar un dispositivo de hardware electrónico directamente a una persona. Además, lo hace sin causar cicatrices.
El polímero mejora notablemente la conectividad de los implantes actuales y se traduce en un mejor rendimiento y autonomía de las baterías. El polímero puede emplearse, según los propios investigadores, en la detección y tratamiento de trastornos cerebrales y del sistema nervioso. Martin, en la misma conferencia, ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que este tejido permita fusionar la inteligencia artificial con el cerebro humano.
Neuralink, la apuesta de Musk
Además de Tesla y SpaceX, el multimillonario sudafricano Elon Musk cuenta en su cartera de negocios con Neuralink. Una compañía que se encuentra en pleno proceso de investigación científica para unir, tal y como planteaba David Martin, el humano con la máquina.
En relación con su compañía, Elon Musk declaró que el objetivo es “establecer una simbiosis [entre máquina y cerebro]. La IA es solo inteligencia digital. Y a medida que los algoritmos y el hardware mejores, la inteligencia digital superará la inteligencia biológica por un amplio margen, eso es obvio”.
Uno de los ‘temores’ de Elon Musk es que, como apuntó en su día, la máquina consiga superar algún día al humano. Y la solución sería hacer que el humano se sirviera de la inteligencia artificial -o cualquier otro tipo de software- para que eso no ocurra.
Neuralink está trabajando en una interfaz humano-ordenador que permitiera la completa comunicación entre ambas partes. “Un chip y un montón de diminutos cables en tu cráneo. Creo que esto puede hacerse… Probablemente dentro de una década”. Elon Musk siempre se ha mostrado demasiado optimista en los plazos, aunque el estado concreto en el que se encuentra el proyecto es, a día de hoy, un misterio.
Neuralink está desarrollando la maquinaria y la tecnología necesaria para implantar estas interfaces electrónicas en el cerebro. Una de las posibilidad que plantea es la de poder reproducir música dentro de nuestro cerebro. Sin necesidad de auriculares ni hardware extra que no sea el implante.
Fuente: Agencia ID.
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