Esta es la principal conclusión de un estudio que publica la revista Science Advances liderado por la Universidad de Washington, la Universidad de Yale (ambas en Estados Unidos) y la Universidad Nacional de Quilmes, en Argentina.
Las observaciones de las variaciones del sueño se constataron tanto en entornos urbanos como en rurales: en concreto, en comunidades indígenas del norte de Argentina y en estudiantes universitarios de Seattle.
Además, estas oscilaciones se vieron independientemente del acceso a la electricidad de los participantes, aunque estas fueron menos pronunciadas en las personas que viven en entornos urbanos.
La omnipresencia del patrón puede indicar que los ritmos circadianos naturales están “de alguna manera” sincronizados con las fases del ciclo lunar, resumen los autores en un comunicado de la Universidad de Washington.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores usaron monitores de muñeca para seguir los patrones de sueño de 98 personas de tres comunidades indígenas en la provincia argentina de Formosa.
Las comunidades diferían en su acceso a la electricidad: una no tenía, otra lo tenía limitado y una tercera estaba situada en un entorno urbano, con pleno acceso a la electricidad (estudios anteriores habían constatado que la disposición de luz eléctrica influye en el sueño, lo que también se comprobó en este trabajo).
En la mayoría de los participantes, se recogieron datos sobre el sueño durante uno o dos ciclos lunares completos: todos los participantes en la investigación mostraron oscilaciones del sueño a medida que la luna avanzaba en su ciclo de 29.5 días.
Dependiendo de la comunidad, la cantidad total de sueño variaba a lo largo del ciclo lunar en una media de 46 a 58 minutos, y a la hora de acostarse oscilaba en unos 30 minutos; en las tres comunidades, la gente se acostaba más tarde y dormía menos en las noches de tres a cinco días anteriores a la luna llena.
Cuando descubrieron este patrón, el equipo analizó datos de sueño de 464 estudiantes universitarios de Seattle, que se habían recogido para otro trabajo, y encontró las mismas variaciones, según los autores, que recuerdan que las noches que preceden a la luna llena tienen más luz natural disponible después del atardecer.
Fuente: Agencia ID.
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