El Colegio Nacional de Educación Técnica Profesional (Conalep) es una de la instituciones de educación media superior más populares de México. En sus diferentes planteles, distribuidos en todos los estados de la República, se ofertan diferentes carreras técnicas con las cuales el estudiante sale capacitado para entrar al mundo laboral y también pueden proseguir sus estudios superiores. Su aporte es de gran valor en el ámbito industrial. Sin embargo, eso no ha evitado que haya comentarios de desdén, particularmente clasistas, hacia esta institución.
En redes sociales suele haber memes y comentarios despectivos para quien cursa sus estudios en un Conalep. Se tiene el tópico de que la educación ahí impartida es de bajo nivel, ya que sus planteles no son de «alta demanda». En México, un alumno que sale de la formación secundaria debe presentar un examen de admisión para continuar sus estudios. Y el Conalep, en términos generales, no pide grandes cuotas de aciertos para poder entrar.
Pero eso no debería equiparse con el nivel de educación ni tampoco servir para estigmatizar a los alumnos. Y un ejemplo más que claro lo ha dado la estudiante Ángela Elena Olazarán Laureano, que obtuvo el National Student Prize, un concurso en el que participan unos mil 400 alumnos del nivel medio superior a nivel nacional.
La joven se encuentra en el cuarto semestre de la carrera Profesional Técnico Bachiller en Informática, en el plantel “Manuel Maples Arce”, ubicado en Papantla, Veracruz. El nombre de su proyecto es Ixtlilton, y se trata de un asistente médico hecho con inteligencia artificial y que tiene la capacidad de actuar a distancia. El asistente está sustentado en la tecnología TEM, que mezcla ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.
El objetivo es claro: que un paciente pueda obtener un diagnóstico médico, a distancia, comunicando sus síntomas virtualmente. Además, el sistema cuenta con la capacidad de entender el español y el tutunakú, lengua utilizada en la región de Papantla. Ante un mundo que ha afrontado desafíos de gran magnitud en cuanto a salud pública, y con un sistema de salud que puede desbordarse ante futuras crisis, tal y como pasó con la pandemia de covid-19, este tipo de proyectos vienen a dar en el clavo: diagnósticos certeros, inclusivos y a distancia, para evitar o combatir la saturación hospitalaria.
Como premio por su primer lugar, Ángela Elena Olazarán Laureano recibió la garantía de cursar estudios superiores y también un apoyo económico. Su nombre no es nuevo en los grandes concursos estudiantiles. Es una joven eminencia de la ciencia mexicana. Ha sido dos veces campeona nacional de robótica y también obtuvo un segundo lugar de informática en la Olimpiada Veracruzana del año pasado. Este nuevo premio ha solidificado su estatus de brillante alumna, y ha demostrado también que a nivel estudiantil se pueden gestar grandes proyectos que tengan impacto en la vida de las personas. Ella puede decir que algo que nació de las aulas el día de mañana puede salvar vidas.
Es la valía del talento joven mexicano, ese que no siempre se valora y que, como se decía al principio, se suele categorizar de manera muy arbitraria, y eso no podría ser más errado y contraproducente. Es el alumno quien hace a la escuela y no al revés. Así que, de una vez por todas, convendría dejar de lado el clasismo que ataca a quienes estudian en determinada institución (el mero hecho de estudiar ya implica un gran esfuerzo). La capacidad no puede ni debe medirse con base en el nombre de una escuela.
Fuente: Agencia ID.
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