BITÁCORA

Nueva tecnología permitiría cultivar hígados humanos en el interior de las personas

Por primera vez, unos científicos intentan cultivar un nuevo hígado en miniatura dentro de una persona. Suena a ciencia ficción; de hecho, la idea fue el argumento de un episodio de la serie de televisión Grey’s Anatomy que se emitió en 2018. Ahora, la compañía de biotecnología LyGenesis está intentando convertir el concepto en realidad.

LyGenesis anunció hoy que un primer voluntario recibió una inyección de células de donante para convertir uno de sus ganglios linfáticos en un segundo hígado. El procedimiento se llevó a cabo en Houston (EE UU) el 25 de marzo como parte de un ensayo clínico que probará el tratamiento experimental en 12 adultos con enfermedad hepática terminal.

Una alternativa a la escasez de órganos

Estos pacientes suelen necesitar un trasplante de hígado, pero escasean los órganos de donantes. LyGenesis espera estimular el crecimiento de suficiente tejido hepático sano para que los pacientes no necesiten uno. “Utilizamos el ganglio linfático como biorreactor vivo”, comenta Michael Hufford, cofundador y CEO de LyGenesis, con sede en Pittsburgh. Asegura que solo un 10 a 30% de masa hepática adicional tendría efectos significativos para quienes padecen enfermedad hepática terminal.

En Estados Unidos, alrededor de unas 10,000 personas están en la lista de trasplantes de hígado, y muchas esperarán meses o años para conseguirlo. Esa cifra no incluye a quienes necesitan un nuevo hígado pero no reúnen los requisitos para un trasplante debido a otros problemas de salud.

Del mismo modo, no todos los hígados de donantes son compatibles con un paciente que espera un trasplante. A veces no corresponden al grupo sanguíneo adecuado o son demasiado grasos para su uso. Pero siguen siendo viables para el proceso de LyGenesis, y un hígado donado posee células suficientes, según Hufford, para tratar hasta 75 personas.

De esos órganos desechados, los científicos de LyGenesis aíslan y purifican los hepatocitos, las células más abundantes del hígado, y los recolectan en una bolsa intravenosa. El siguiente paso es llevar las células al lugar adecuado del organismo.

Las células sanas de un donante no pueden inyectarse directamente en un hígado enfermo porque no sobrevivirían, destaca Eric Lagasse, director científico de LyGenesis y profesor de Patología de la Universidad de Pittsburgh. Hace aproximadamente una década, identificó los ganglios linfáticos como un lugar potencial para un nuevo hígado. Estos pequeños bultos de tejido en forma de frijol ayudan a combatir las infecciones como parte del sistema inmunitario. También tienen capacidad de expansión y, como el hígado, filtran la sangre. Como hay tantos por todo el cuerpo, entre 500 y 600 en los adultos, la reparación de uno de ellos no debería afectar el funcionamiento del resto.

El tratamiento LyGenesis se orienta a un grupo de ganglios linfáticos abdominales que participan en un sistema de venas que está conectado al hígado. Para administrar la dosis al primer voluntario, los médicos introdujeron un tubo fino y flexible con una cámara en el extremo por la garganta del paciente y a través del tubo digestivo. Mediante ecografía, identificaron uno de los ganglios linfáticos objetivo e inyectaron en él 50 millones de hepatocitos.

LyGenesis eligió los ganglios linfáticos próximos al hígado para aprovechar las señales que este emite en un intento de repararse. El hígado es el único órgano con capacidad de regenerarse, e incluso cuando está dañado, sigue liberando factores de crecimiento y otras moléculas en un intento de hacerlo. Las células donantes parecen captar esas señales para formar nuevas estructuras hepáticas.

Lo más parecido a un hígado natural

En los primeros experimentos, Lagasse descubrió que si inyectaba células hepáticas sanas en los ganglios linfáticos de ratones, las células proliferaban y formaban un segundo hígado más pequeño para asumir las funciones del que fallaba en el animal. Los nuevos hígados crecían hasta un 70% del tamaño de uno nativo. “Lo que ocurría es que el hígado se desarrollaba hasta cierto tamaño y después dejaba de hacerlo cuando alcanzaba el nivel necesario para funcionar con normalidad”, resalta Lagasse.

En la Universidad de Pittsburgh, Lagasse y sus colegas también probaron el método en cerdos. En un estudio publicado en 2020, comprobaron que estos especímenes recuperaban la función hepática tras recibir una inyección de células hepáticas en un ganglio linfático abdominal. Cuando los científicos examinaron los ganglios linfáticos con hígados en miniatura, hallaron una red de vasos sanguíneos y conductos biliares que se había formado espontáneamente. Cuanto más grave era el daño en el órgano nativo de los cerdos, más crecían los segundos hígados, lo que sugiere que el organismo de los animales es capaz de reconocer el tejido hepático sano y transferirle sus responsabilidades.

“Es notable identificar los ganglios linfáticos como un lecho repetible y fértil para la regeneración de una variedad de tejidos y órganos en dos especies animales diferentes”, apunta Abla Creasey, vicepresidenta de desarrollo terapéutico del Instituto de Medicina Regenerativa de California, sobre el enfoque de la empresa. “Estos hallazgos sugieren que dicho método presentaría una fuente de tejido alternativa para los pacientes con órganos que fallan”.

A Elliot Tapper, especialista en hepatología de la Universidad de Michigan, también le entusiasma la perspectiva de convertir un ganglio linfático en un nuevo hígado. “Aunque no esté en el lugar previsto para el hígado, realiza algunas funciones hepáticas”, subraya.

El beneficio más probable del tratamiento LyGenesis, explica, sería eliminar el amoníaco de la sangre. En la enfermedad hepática terminal, el amoníaco se acumula y llega al cerebro, donde provoca confusión, cambios de humor, caídas y, a veces, comas. Sin embargo, no considera que los nuevos mini órganos realicen todas las funciones de un hígado natural, porque contienen tipos celulares distintos de los hepatocitos.

Una de las grandes interrogantes es cuántas células serán necesarias para que el ser humano desarrolle un hígado lo bastante grande como para asumir ciertas funciones vitales, como filtrar la sangre y producir bilis. En el ensayo LyGenesis, otros tres pacientes recibirán una inyección de 50 millones de células en un único ganglio linfático, la “dosis” más baja. Si eso parece seguro, un segundo grupo de cuatro recibirá 150 millones de células en tres ganglios linfáticos distintos. Un tercer grupo recibiría 250 millones de células en cinco ganglios linfáticos, lo que significa que habría cinco “minihígados” creciendo en su interior.

Los efectos de la terapia no serán inmediatos. Hufford puntualiza que el nuevo órgano tardará probablemente de dos a tres meses en crecer lo suficiente para asumir algunas de las funciones del hígado nativo. Y, al igual que los receptores de donantes de órganos, los participantes en el ensayo tendrán que tomar medicamentos inmunosupresores el resto de su vida para evitar que su organismo rechace las células del donante.

Si el método funciona, conformaría una alternativa vital al trasplante de hígado para algunos pacientes. “Si demuestran que es eficaz y seguro”, comenta Tapper, “sin duda habrá candidatos interesados en este tipo de intervención”.

Fuente: Agencia ID.

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